Opinión

Desovillando la madeja

Ya llega el viernes después de la tormenta que PASÓ- en la PASO-.
Hasta hoy hice abstinencia de palabra, preferí el silencio, donde hay palabras que se pulen y no se gastan.

Leí muchas palabras, todas valiosas y escuché, cosa que me cuesta, muchas voces.

Hasta hoy, saco en limpio que la derrota duele pero no paraliza. Que el dolor no mata la alegria y los sueños e ideales. La tristeza si. Por eso la tristeza es de los vencidos. Nosotrxs no lo somos. Somos como dice una frase: ” soldadxs derrotadxs de una causa invencible”.

Seguramente hay que revisar cosas, en el campo nacional y popular, muchas. Pero sin resignar ideales, ni ser tibios, ni buscar evitar la incomodidad de los poderosos corriéndonos al centro para quedar bien y terminar siendo té de té, que no hace mal ni bien. Y lo peor, perder identidad transformadora y revolucionaria. Tampoco encerrarnos en el microclima de secta, donde solo hablamos con consignas para los propios y nos aplaudimos entre nosotrxs, como si hubiéramos conquistado todo, cuando solo hemos conquistado un poco y falta un montón.

Hablamos mucho para adentro y somos un poco mudos y sordos para fuera.

Hay tiempos o épocas, que abundan las incertidumbres y nos afectan a todxs.

Pero hay una certeza en el campo popular, implacable y necesaria: ser y estar con el pueblo, aunque la tormenta arrecie y las turbulencias nos hagan trastabillar o obnuvilar. Siempre habrá un poquito de luz y firmeza, anclados en el corazón del pueblo y de su causa que es la vida, la libertad y la justicia.

La adversidad o nos detiene en el desánimo o nos relanza a la lucha y la esperanza, no la esperanza de esperar inmóvil, no. La esperanza de esperanzar, que es amasar, que es enamorar, que es crear y pensar futuros que nos ayuden a caminar y a no quedarnos parados cabizbajos o mirando al cielo, unidos, aprendiendo y atreviéndonos, no perdonándonos la apatia, ni el cansancio, ni la desilución, ni el egoísmo de tener solo yo la razón, porque el tiempo urge y nos reclama, ” que hay que seguir andando, nomás”, con la alegria a cuesta y con las ganas intactas.

Pocho Brizuela

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