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La joven Julieta conducía una moto sin casco, murió y donaron sus órganos. Generosidad e injusticia.

La joven Julieta conducía una moto sin casco, murió y donaron sus órganos. Generosidad e injusticia.

 Julieta, 15 años, llena de vida, falleció cuando la moto que conducía fue embestida por un auto. Sucedió en San Francisco, Córdoba, el domingo 23 de marzo pasado.

 Mientras su papá no estaba en casa, Julieta y una amiga sacaron sin permiso la moto de la tía, y cerca de las 4.30 de la mañana, un remis las chocó en la esquina de Bvd. Roca y calle España. Debido a las lesiones provocadas por el fuerte impacto y la falta de casco, quedó gravemente herida, y con muerte cerebral. Su papá, cuando los médicos le preguntaron si quería donar sus órganos dijo que sí, porque ese era el deseo de su hija. “Juli había resaltado unas semanas atrás la importancia de ayudar a otros cuando ya no se está en este mundo”, recordó,  emocionado y orgulloso de la conciencia que la niña tenía. Su generosidad, maravillosa, y ejemplar ha hecho que algo de Julieta siga viva en los que recibieron sus órganos.


 Sin embargo, no es justo que los jóvenes mueran en las calles y rutas por no usar un casco protector. La falta de conciencia de Julieta en torno al riesgo de lo que hacía,  es el resultado de un  Estado que no educa y que no controla el uso de casco. Julieta, y los miles de motociclistas muertos cada año en nuestro país son, más allá de sus errores, víctimas de la inseguridad vial.

Lic. María Cristina Isoba, Directora de Investigación y Educación Vial

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